Una mañana de aventuras inolvidables en Madeira

Paseo en teleférico, visita a un jardín tropical y descenso en los carrinhos de cesto de Madeira: ¡diversión para toda la familia!
Madeira Blog 1
Francisco Lufinha
Viajes familiares inolvidables
Fecha:
jul. 04, 2024
Tiempo de lectura:
-min
Por fin había llegado el día de enseñar a los niños lo que se siente al montar en un teleférico. Desde que llegamos no paraban de preguntar qué eran esas «cajas voladoras», y así fuimos al Jardín Tropical Monte Palace Madeira, «volando». La guinda del pastel fue el descenso en los carrinhos de cesto, esta vez más cerca del suelo.
«Papá, ¿nos vamos a montar en las cajas voladoras hoy?» fue lo primero que oímos al despertarnos aquel día. Los niños le habían echado el ojo al teleférico y estaban ansiosos por «volar» en él por primera vez. Nuestra curiosidad se despertó el día que fuimos a ver ballenas a Funchal y nos fijamos en las cabinas suspendidas del Teleférico de Madeira, que subían y bajaban... Ese mismo día, tuvimos que darles nuestra palabra de que no nos iríamos de Madeira sin dar una vuelta en el teleférico.
Madeira
Nos despertamos en nuestro velero, el Zinga, donde pasamos la noche, y fuimos paseando por Funchal, atravesando los jardines y observando los barcos, hasta llegar a la recepción del Teleférico de Madeira, cuyo trayecto nos llevaría al Jardín Tropical Monte Palace Madeira. El nerviosismo comenzó en cuanto los niños vieron «aterrizar» las cabinas, dejando paso a la gente que salía y a la gente que entraba justo después.
«¿Pero no se paran para que nos metamos?», «¿Tenemos que ir corriendo y saltar?» nos preguntaban, aún confusos con esta novedad. Seguimos las indicaciones del amable personal y en un abrir y cerrar de ojos estábamos dentro de la cabina.

«¡Agarraos, que despegamos!» les dije para prepararlos. No pasaron ni cinco segundos y ya se reían de alivio y alegría por estar viviendo una nueva experiencia a una altura considerable.
«Mira una carabela pequeña ahí abajo» dijo en seguida Francisco, que estaba prestando mucha atención a las vistas desde ahí arriba.
Quince minutos fue probablemente el tiempo que duró nuestro viaje en teleférico hasta la parroquia de Monte. Tras salir tranquilamente de la cabina, decidimos completar nuestro desayuno con un breve descanso en la cafetería situada junto al teleférico. ¡Nos bebimos un zumo de naranja natural con las mejores vistas del mundo! Acompañado de unos espectaculares pasteles caseros, cargamos las pilas para poner rumbo al Jardín Tropical Monte Palace Madeira. A pocos metros, encontramos la entrada y la recepción, donde compramos nuestras entradas. Entramos en la propiedad sin saber muy bien a lo que íbamos, y lo que nos encontramos fue una fantástica sorpresa.
Madeira
A lo largo de las más de siete hectáreas por las que se extiende el Jardín Tropical Monte Palace Madeira, se destaca la diversa y abundante vegetación ―alrededor de 100 000 especies vegetales de todo el mundo―, un laberinto de escaleras, rampas y puentes, esculturas, obras de arte completamente diferentes, cascadas, lagos con flamencos y cisnes... en fin... ¡digamos que la naturaleza es la protagonista en este lugar mágico! Podría compararse con estar en la jungla, recorriendo un valle lleno de conexiones y atajos para perdernos (en el buen sentido), mientras nos dejamos cautivar por esos sonidos primordiales que solo la naturaleza puede orquestar.
Madeira
A mitad de nuestro paseo, nos topamos con un museo dentro del jardín, llamado «Segredos da Mãe Natureza» («Los secretos de la madre naturaleza»). En este espacio se exponen distintos tipos de rocas y minerales, desde los más comunes a los más raros, que, dispuestos por la sala, parecían simular el entorno en el que se forman los minerales en las profundidades de nuestro planeta. Fue muy interesante ver los efectos de la luz, las composiciones de las distintas rocas e incluso encontrar algo parecido a la «kriptonita», del planeta de origen del famoso Supermán.
Madeira
Salimos del museo y nos vimos envueltos de nuevo en la naturaleza verdeante del Jardín Tropical... y tras dar unos cuantos pasos, los niños avistaron algo que les hizo salir corriendo delante de nosotros:
«¡Flamencos! ¿Podemos ir a verlos?» nos preguntó Vera muy emocionada cuando divisó un grupo de estos animales cerca de donde estábamos. «¿Por qué duermen con una sola pata en el suelo?» ¬volvió a preguntar. Y esta fue una pregunta a la que no supe responder... Pero lo cierto es que de los doce flamencos que había, aproximadamente la mitad estaban en un momento zen, con el cuello enroscado entre las plumas y con una pata recogida. Hicimos que los niños imitaran la postura y fue muy gracioso, como era de esperar.
Madeira
Sin darnos cuenta, ya era hora de irnos para tener tiempo suficiente de comer, pues ya empezábamos a tener hambre. Sin embargo, para la vuelta decidimos sorprender a los niños y regalarles otro momento divertido. En lugar de coger el teleférico, decidimos bajar en los famosos carrinhos de cesto de Madeira, a través de las calles inclinadas de Monte hasta Livramento. Mientras esperábamos nuestro turno, observamos a la gente que teníamos delante preparándose para bajar y las expresiones tan graciosas que ponían... ¡Yo diría que la mayoría mostraba una mezcla de miedo y entusiasmo por la aventura en la que estaban a punto de embarcarse!
«¡Niños, nos toca, agarraos!» les dije, dirigiéndolos a nuestro carrinho. Nada más sentarnos, Francisco le dijo entusiasmado a los señores que nos guiaban: «¡Queremos ir rápido!», a lo que ellos respondieron: «¡Vamos allá!». Tres, dos, uno... ¡acción! Entre curvas rápidas, zonas estrechas, cruces con carreteras por las que circulaban coches (pero con paso bien coordinado por el personal de los carrinhos de cesto de Madeira, llamados «carreiros») y siempre con unas vistas espectaculares sobre Funchal, esta fue una de las actividades más divertidas que realizamos los cuatro.
Madeira
Al finalizar el recorrido hasta nos sacaron una foto, para inmortalizar esta experiencia inolvidable, y tras esto cogimos un taxi para ir a comer y reponer fuerzas para una tarde de actividades no menos espectaculares en esta maravillosa isla que es Madeira. Pero eso se queda para otra entrada de este blog.
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