Una de las primeras cosas que se asocian con Madeira es el vino. Ahora bien, no soy una experta, pero sé que, como en todos los vinos, el vino de Madeira presenta muchos estilos y edades diferentes, cada uno de los cuales afecta significativamente al sabor. También sé que nos gusta tomarlo solo como aperitivo frío, acompañado de un postre de chocolate o, mejor aún, de queso. Mi marido y yo somos grandes aficionados al vino de Madeira, así que decidimos aprender más sobre su producción y organizamos una visita a Quinta das Vinhas, en Estreito da Calheta.
El viñedo está situado en la costa suroeste de la isla, cerca de Calheta, en la ladera de una colina con impresionantes vistas al océano Atlántico. Esta finca familiar produce de forma ecológica una gran variedad de uvas. El viñedo, situado en los terrenos de una casa del siglo XVII que ha pertenecido a la misma familia durante generaciones, también ofrece alojamiento en la casa renovada y en 15 cabañas, contando además con dos piscinas y un restaurante. Es mucho más que un simple viñedo.
Nada más llegar, el ambiente de paz y tranquilidad se hizo notar de inmediato. El silencio, combinado con el sonido de los pájaros, creaba una energía serena y relajante que rodeaba a la Quinta das Vinhas.
Nos ofrecieron algo para beber y sentarnos en los jardines mientras esperábamos a nuestros guías turísticos. La casa principal, situada en medio del viñedo, es encantadora y con mucho atractivo, y durante su restauración se conservaron todas sus características originales. Una vez que la serenidad de la atmósfera nos había impregnado, nos presentaron a Catarina, miembro de la familia propietaria del viñedo, junto con Isabel y Ema. A los pocos minutos de conocerlas, no cabían dudas de la gran pasión que tenían en Quinta das Vinhas por la producción de vino.
Comenzamos nuestra visita guiada con un tranquilo paseo por los viñedos, acompañados por nuestras tres anfitrionas y el perro de la familia, que claramente disfrutaba de su vida en la plantación. El viñedo de la Quinta das Vinhas fue plantado inicialmente como un viñedo experimental por el Instituto del Vino de Madeira en los años setenta. Cuenta con más de 70 variedades de uva diferentes. La visita fue informal pero muy informativa, y nos permitió conocer las distintas variedades de uva, el proceso de vendimia y los retos a los que se enfrentan en su compromiso con la producción ecológica de la uva. Conocer la dedicación del viñedo por emplear métodos ecológicos me infundió un mayor respeto por el producto final. Disfrutamos mucho de la visita guiada, ya que se hizo de forma relajada gracias a las personas encantadoras que nos acompañaron, que hicieron que la experiencia fuera muy distendida y agradable.
En mayo de 2023, en colaboración con el productor de vinos Justino's Winehouse, el viñedo lanzó su primer vino. «Fanal», el primer vino de mesa ecológico producido en Madeira, se elabora con uvas 100 % verdelho (uva verdeja) de Madeira, producidas en Quinta das Vinhas. La producción es muy pequeña (1980 botellas), y el vino tiene un aroma mineral, con notas de fruta blanca y tropical, y toques de melón y pera.
Tras nuestro paseo por los viñedos y haber adquirido nuevos conocimientos sobre la producción de vino ecológico, llegó el momento de visitar el restaurante Bago, con vistas al viñedo. Teníamos una mesa preparada en la terraza con una selección de embutidos, queso y chocolate, cada uno acompañado de un vino de Madeira diferente de la casa Justino's. Nuestras tres guías nos explicaron por qué cada vino se servía con alimentos específicos. Los vinos, de diferentes edades, a pesar de tener sabores muy distintos, estaban realmente deliciosos.
Aunque no comimos en el restaurante, el entorno era encantador y la comida que servían era una fusión con un toque local. Bago es un lugar donde tanto los consumidores de carne y pescado, como las personas veganas y las que aún no saben qué comer, pueden reunirse y disfrutar de sus platos, así como degustar una amplia selección de vinos de mesa elaborados en la isla.
Antes de irnos, tuvimos la oportunidad de visitar la casa del siglo XVII y ver las opciones de alojamiento. Todas las habitaciones estaban decoradas con esmero para ofrecer un lugar maravilloso en el que relajarse y descansar. Casi parecía más un lugar de retiro que un hotel. A los dos nos encantó la idea de alojarnos allí para desconectar por completo.
La visita fue una tarde realmente agradable en un entorno idílico, entre personas muy apasionadas por lo que hacen y que están claramente dedicadas a continuar el patrimonio del viñedo durante muchos años.
Tracy Sullivan
