Ya habíamos visto el hotel Savoy en nuestra anterior visita a Madeira (¡lo difícil es no verlo!). Era un hotel que nos habíamos prometido visitar algún día. Durante dos noches, nos alojamos en una suite de la decimoquinta planta, con unas vistas impresionantes del puerto, el centro de la ciudad y el océano, hasta donde el horizonte nos dejaba contemplar.
La primera experiencia del servicio del Savoy comenzó con un cálido saludo del conserje. Una característica que destaca de la hospitalidad en Madeira es la dedicación para hacer que los huéspedes se sientan bienvenidos, y este es definitivamente el caso en el Savoy. Llevaron nuestro coche al servicio de aparcacoches, recogieron nuestras maletas y nos dirigimos a una zona de recepción realmente impresionante, bañada en colores vibrantes, luz natural y flores frescas. La entrada destilaba opulencia. Por un momento, intercambié una mirada cómplice con mi marido. Estábamos de acuerdo en que este lugar era muy especial. Esto que voy a decir puede parecer extraño, pero si el vestíbulo era así de glamuroso, nos moríamos de ganas por saber cómo era nuestra habitación.
Tras una interacción agradable y acogedora con la recepcionista, nos facilitaron un mapa del hotel y las indicaciones para encontrar nuestra estancia. Este hotel es enorme y es fácil perderse en él.
La Ocean Suite era simplemente impresionante. Contaba con una amplia sala de estar, un vestidor, una zona privada de ducha, dos lavabos con una pared de cristal que dividía la zona de estar del cuarto de baño y una cortina de privacidad que permitía separar las dos zonas. Teníamos una cama enorme y dormir en ella era como dormir en las nubes; además, las puertas de cristal de pared a pared daban a un balcón con vistas panorámicas.
Lo primero que avistamos fue una zona de piscina al aire libre, que se convertiría en nuestra primera parada.
Esta piscina estaba rodeada por un jardín de árboles y flores. Los restaurantes, las zonas de bar, la sala de desayunos y el spa se encontraban en la planta baja. Tras pasar unas horas de relax junto a la piscina, decidimos almorzar en el restaurante Alameda, donde la cocina mediterránea y atlántica se dan la mano para ofrecer especialidades cocinadas en el horno de pizza y la parrilla de carbón.
Poder dedicarnos un tiempo para relajarnos en una mesa para dos a la sombra fue una manera tranquila de desconectar del centro de la ciudad. Esta fue nuestra introducción a las opciones gastronómicas del Savoy Palace, que ofrece una gran variedad de opciones, como el restaurante Galáxia Skyfood, situado en la última planta del hotel y que cuenta con un comedor moderno y animado.
Después de relajarnos durante un día entero, reservamos mesa en otra de las opciones gastronómicas del hotel: Pau De Lume. Pero primero disfrutamos del lujo de nuestra habitación. Mientras me preparaba para la noche, mi marido pasó un rato en el balcón disfrutando del tranquilo atardecer, y la vista se transformó con las luces de las farolas y el azul intenso del océano.
Pau De Lume es un restaurante relajado, y me doy cuenta de que me he referido a la relajación con bastante frecuencia, ¡parece ser un tema recurrente durante nuestra estancia en el hotel Savoy! Comimos comida deliciosa, y una cocina abierta es siempre un gran entretenimiento.
No tengo palabras para describir lo bonitas que son las camas del hotel: malvaviscos y nubes es la mejor aproximación que puedo ofrecer. El desayuno fue, como cabría esperar a estas alturas, increíble. Como tantos desayunos estilo bufé, tiene todas las opciones imaginables, pero la diferencia con otros es la calidad de la comida. También fue un detalle incluir una cafetería para pedir el café que se desee, además de la opción normal de café filtrado. Una vez terminado el desayuno, llegó el momento de otra de nuestras rondas de relajación.
El hotel Savoy dispone de un spa con once salas de tratamiento, piscina cubierta, baño de vapor y saunas. Habíamos reservado un masaje para parejas, ¡ya que a mi marido no le gusta quedarse fuera de los planes! Un masaje de cuerpo entero de una hora de duración tumbados en camas, una al lado de la otra, fue una forma fantástica de relajarnos aún más. Más tarde, tomamos un cóctel en el bar del vestíbulo y terminamos la velada con una copa en el bar de la azotea. Fue un día muy especial en el hotel Savoy Palace.
Esa noche, decidimos cenar en el restaurante Nikkei. Los diversos sabores que ofrecen los distintos establecimientos gastronómicos abarcan cocinas de todo el mundo. Probablemente ya sea evidente que no salimos del hotel en dos días; el lugar es tan espectacular que no apetece ir a ningún otro sitio. Si nos hubiéramos quedado más tiempo, podríamos haber explorado la zona (creo yo que lo habríamos hecho). El cómodo acceso al centro de Funchal desde el hotel hace que la opción de salir esté a un par de pasos de la puerta.
El hotel Savoy es, con diferencia, el mayor hotel del centro de Funchal y sin duda será reconocido en el futuro como un edificio emblemático en el desarrollo de Madeira.
Pero lo que hacen muy bien es que, a pesar del tamaño y la escala del hotel, mantienen y transmiten una sensación de calidez e individualidad durante la estancia. Todo nos pareció muy cercano durante las dos noches que pasamos allí, y en ese corto espacio de tiempo, parecía que todos los miembros del personal intentaban familiarizarse con nosotros. Fue un toque personal que nos gustó tanto a mi marido como a mí, y ambos lo recibimos de buen grado.
Lo más difícil de alojarse en el hotel Savoy Palace es que, en algún momento, hay que marcharse. Pasamos dos noches maravillosas en este hotel increíble. Gracias por recibirnos y volveremos.
Tracy Sullivan
