El tesoro escondido de la costa norte de Porto Santo

Terminando una tarde en familia en las piscinas naturales de la playa de Salemas en Porto Santo
Madeira Blog 1
Francisco Lufinha
Viajes familiares inolvidables
Fecha:
oct. 21, 2024
Tiempo de lectura:
-min
La visita a las piscinas naturales de la playa de Salemas en Porto Santo fue una de esas aventuras que realmente van con nosotros. No es para cualquier persona, pero si nosotros dos con dos niños de tres y cinco años pudimos hacerlo, os puedo asegurar que solo hay que echarle ganas para bajar hasta allí y descubrir esa playa sacada directamente de una película, rodeada de peñones y piscinas naturales entre las rocas para todos los gustos.
Estábamos en un hotel del sur de la isla de Porto Santo cuando nos dijeron que no podíamos perdernos la playa de Salemas y sus piscinas naturales. No hicieron falta muchos argumentos para convencernos de ir allí, sobre todo después de enterarnos de que había que superar un «pequeño reto» para llegar.
Salemas Porto Santo
La curiosidad se apoderó de nosotros y nos pusimos en marcha hacia la costa norte de Porto Santo. Hablando de esta manera parece que fue un viaje largo, pero ni mucho menos, ¡en realidad tardamos como un cuarto de hora en llegar! Una de las maravillas de Porto Santo es que la isla cuenta con una enorme variedad de actividades a pocos minutos de distancia, dado su tamaño relativamente pequeño. Sin embargo, ¡tengo que confesar que no llegamos a la primera! «No lo pongas en Google Maps, llegamos allí por nuestra cuenta», dije seguro de mí mismo, porque ya me sentía como un lugareño en esta isla mágica. ¡Mala suerte, no encontré el destino! «Papá, creo que estamos perdidos, no veo ningún camino a la playa», dijo mi hijo, ya impaciente por ver la playa «secreta» que le había prometido que encontraríamos. Entonces abrí el mapa y me di cuenta de que tenía que dar la vuelta en la calle de al lado, ¡problema resuelto en cinco minutos! En un abrir y cerrar de ojos, ya estábamos en el aparcamiento más cercano al sendero que nos llevaría a la playa de Salemas, en Porto Santo.
Mochilas puestas con toallas, agua, una muda de ropa para los niños, algunos tentempiés y allá que nos fuimos, todos contentos, bajando la rampa hacia lo desconocido. Al principio, no tienes ni idea de dónde está la playa, porque todo lo que ves son rocas y un camino de tierra ―utilizado por vehículos de emergencia, vigilancia o mantenimiento― que parece no tener fin. La pendiente es bastante pronunciada, lo que hizo que la ruta fuera aún más mágica, con un toque aventurero que grabó esa experiencia en nuestra memoria para siempre.
Salemas Porto Santo
El descenso fue rápido y emocionante, sobre todo cuando nos teníamos que agarrar los unos a los otros para no resbalarnos. «¡Vamos a esquiar!», dijo Francisco, deslizándose tan feliz por la tierra. De repente llegamos a una curva en forma de u desde la que pudimos ver por primera vez la pequeña playa secreta de arena clara que hay debajo. Desde ese momento hasta que llegamos fue solo un instante, ¡solo había que cruzar un pequeño puente y ya estábamos allí!
En cuanto nuestros pies tocaron la arena, nos recibieron una madre pato y sus ocho patitos, que parecían residentes de aquel paraíso. Conocimos a algunas personas, jóvenes y mayores, todos muy relajados y disfrutando de la magia que allí se respiraba. Los efectos de la luz del sol en los acantilados, con los reflejos en las piscinas naturales entre las rocas, el sonido del mar rompiendo a lo lejos y la paz que experimentamos en la playa de Salemas en Porto Santo fue espectacular.
Salemas Porto Santo
Basta con decir la palabra «piscina» para que nuestros hijos empiecen a pensar en tirarse, ¡y esta vez no fue diferente! Había piscinas naturales de todas las formas y tamaños. Algunas eran más pequeñas y solo cabía una persona, otras eran mucho más grandes y podías incluso nadar «unos cortos» (o unos largos en el caso de los niños). Más cerca del mar, encontramos pozas que formaban pequeñas cascadas cuando las olas rompían en ellas. Otra cosa que nos encantó fue la temperatura del agua, que ya es excelente en todo el archipiélago de Madeira, pero que se vuelve aún más cálida en la playa de Salemas en Porto Santo, porque las piscinas naturales no son profundas y al estar expuestas al sol se convierten en pequeños jacuzzis. ¡Un auténtico lujo!
Salemas Porto Santo
Mientras tanto, empezó a verse el atardecer por el oeste y la playa se fue vaciando. Cuando me quise dar cuenta, estábamos completamente solos en aquel paraíso. Y solos en aquel escenario increíble, empezaron nuestras locuras habituales y las risas se escucharon más fuerte.
Salemas Porto Santo
Fue un final de tarde en familia increíble; el caluroso día de verano y el agua tan calentita de las piscinas hicieron que estuviésemos tan a gusto que no nos fuimos hasta que empezó a anochecer. Aún nos quedaba el camino de vuelta al coche y hacerlo a oscuras con los niños sí que era una aventura bastante más atrevida.
Salemas Porto Santo
Aunque terminara así, la tarde en la playa de Salemas en Porto Santo fue realmente inolvidable. Entre el emocionante descenso, la sensación al ir descubriéndolo todo y la diversión en las piscinas naturales, nos sentimos como si estuviéramos explorando un paraíso escondido. Para las personas a las que les gusta explorar lugares únicos y estar en contacto directo con la naturaleza, este es un lugar de parada obligatoria. Y si nosotros pudimos hacerlo con dos niños pequeños, estoy seguro de que cualquier persona con espíritu aventurero también puede.
Vila Baleira
Playa de Salemas
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