Estamos ante un nuevo día y amanecer cuando el sol se abre paso sobre el océano en la isla de Madeira. Carpe diem. No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy. En una isla tan diversa como Madeira, existen infinitas posibilidades para pasar un día perfecto e infinitos elementos que tener en consideración. ¿Cómo podríamos incluir todas nuestras actividades favoritas de la isla en un solo día?
Te comparto un «día en la vida» en Madeira para que puedas hacerte una idea de todo lo que puedes hacer si quieres explorar esta increíble isla. Considéralo como el itinerario definitivo si solo tuvieras un día para explorar la isla. ¿Qué harías? ¿Dónde comerías? ¿Cómo te sentirías?
El concepto principal y más destacado de Madeira es combinar el océano con las montañas. La belleza de la isla reside en que, en un corto trayecto en coche, se puede estar por encima de las nubes en las cumbres más altas del macizo central. Minutos después, puedes estar tomando el sol mientras flotas en piscinas volcánicas naturales junto al océano. Mientras transcurren estas aventuras épicas, tienen lugar los pequeños momentos en los que encontramos comida deliciosa, arquitectura tradicional, pueblos pintorescos, gente amable y la magia de Madeira.
Nuestro día comienza una hora antes del amanecer. Me levanto de la cama, alejándome del confort, sabiendo que estoy a punto de vivir un increíble día de aventuras. Preparo mis cosas: un extraño surtido de chaquetas, pantalones cortos, botas de montaña y una cámara. Estoy preparado para todos los climas, todas las condiciones y todo lo que la isla tenga para ofrecerme.
Atravesamos los túneles de la autopista y nos dirigimos a nuestra panadería favorita, Padaria e Confeitaria Donna, en São Vicente, para tomar un café expreso y un pastel de nata. Cada vez que pasamos por esta panadería, sabemos que vamos camino de una gran aventura. En su interior, se mezclan excursionistas que se dirigen al norte, trabajadores que se desplazan al sur y lugareños que acuden a tomar el café y la tostada de la mañana.
Nuestra misión mañanera continúa con un viaje en coche hasta uno de mis lugares favoritos para ver el amanecer en la isla: Bica da Cana. No es una joya escondida, pero solo llama la atención de un puñado de aventureros comprometidos, ya que está un poco alejada de Funchal.
Las primeras luces brumosas del día ya adornan el cielo cuando llegamos a la zona de aparcamiento bajo los enormes molinos de viento de Paul da Serra. Un corto paseo, lleno de expectación, nos lleva hasta el mirador para encontrarnos allí solos preparados para presenciar el amanecer. Bica da Cana es el lugar perfecto para dar la bienvenida a un nuevo día. Las vistas se extienden hasta el océano en São Vicente y a través del valle para ver el paisaje montañoso del Pico do Areeiro y del Pico Ruivo. Sin embargo, es la cascada de nubes que fluye sobre el puerto de la Encumeada lo que hace que este lugar sea tan especial. Imagínate contemplando cómo el sol rompe el horizonte mientras disfrutas de las vistas del océano Atlántico, los picos dentados más altos de la isla y un flujo constante de tenues nubes que descienden hacia el valle. Bom dia!
La luz ha inundado el valle y el día ha comenzado. Es hora de ponerse en marcha. Con tantas excursiones diferentes en Madeira, puede resultar difícil tomar una decisión. Una de mis favoritas es la frondosa Levada Fajã do Rodrigues. Este sendero por una levada (canal de agua) es relativamente llano y conduce a los excursionistas a través de un bosque encantador, pasando por múltiples cascadas por el camino. Se trata de una enorme pared llena de vegetación, que pasa a lo largo de túneles excavados en el acantilado y túneles creados por los árboles de alrededor. Me encanta la naturaleza salvaje de esta levada y, debido a su ubicación en São Vicente, sigue siendo un sendero tranquilo frecuentado únicamente por unos pocos excursionistas que disfrutan de esta hermosa ruta cada día.
Tras diez kilómetros de caminata por la levada, se nos ha abierto el apetito y necesitamos refrescarnos. Hay un lugar que puede satisfacer ambas necesidades. Un pequeño trayecto en coche nos lleva a uno de mis pueblos favoritos de toda la isla: Seixal. Seixal, posiblemente el mejor lugar de la isla para bañarse, es una playa volcánica de arena negra situada al norte de Madeira.
Con una exuberante montaña verde como telón de fondo e incluso una cascada en la playa, es realmente digna de visitar. Es el lugar perfecto para pasar el rato después de una excursión, limpiarse el barro y tomar el sol mientras contemplas los imponentes acantilados y cascadas.
A la hora de comer, me decanto por opciones más informales, cómodas y sanas. Me doy una ducha rápida en la playa y camino descalzo hasta la cafetería que hay allí, el Lounge Bar Clube Naval do Seixal. Este es uno de mis lugares favoritos para comer en Seixal por varias razones: el personal es increíblemente amable, te puedes sentar fuera al sol junto a las piscinas volcánicas, y ofrecen comidas clásicas, tradicionales y saludables como el bife de atum à madeirense. Lomo de atún fresco, patatas de la huerta, verduras y arroz mientras disfruto del sol es lo que yo llamo «mi almuerzo».
Por la tarde, después de la comida, tenemos que holgazanear un poco más para entretenernos. En pocos minutos estamos de nuevo en la costa para darnos un baño. Las piscinas naturales de Seixal, en la isla de Madeira, son un increíble conjunto de pozas formadas a partir de lava y rocas volcánicas, perfectas para nadar y explorar. Cuenta con enormes arcos de roca, cuevas gigantescas y montones de piscinas de roca por descubrir.
El sol se va apagando y el final del día empieza a hacerse realidad. Empezamos a soñar con la puesta de sol y nos proponemos conducir por el extremo noroeste de la isla hasta uno de nuestros lugares favoritos para tomarnos algo mientras vemos el atardecer. El trayecto por la costa norte hasta llegar al oeste es mágico, mirando siempre por la ventanilla del coche para disfrutar de la increíble costa de escarpados acantilados que se levanta sobre la autopista.
Llegamos una hora antes del atardecer, por lo que tenemos tiempo de sobra para disfrutar de una cerveza «Coral» mientras charlamos sobre nuestro día en Madeira. Aquí en la isla se trata de disfrutar de los elementos, desde las montañas hasta el océano, desde el amanecer hasta el atardecer. Llegamos a Ponta da Ladeira, que tiene vistas preciosas sobre la costa oeste. Ponta da Ladeira es uno de los miradores más increíbles para ver el atardecer de Madeira. Este épico paraje costero, próximo a Porto Moniz, es posiblemente el mejor lugar para ver la puesta de sol «cerca» de la costa norte de la isla. Si tenemos suerte, el sol pintará el cielo de vívidos colores, el final perfecto para un día salvaje de aventuras en Madeira.
Solo queda una cosa por hacer y es rematar este «día en la vida» con una gloriosa cena. Mi lugar preferido para una comida copiosa en la costa norte es Brasa Viva en Fajã da Areia. Teniendo como fondo el sonido de las olas, nos sentamos en el restaurante al aire libre, junto a la hoguera de leña, para ver cómo se cocina nuestra espetada sobre las brasas. Brasa Viva sirve uno de los mejores milho frito (patatas fritas de harina de maíz en forma de cubos) de la isla. Carne fresca cocinada ante nuestros ojos, estando de buen rollo junto al océano. ¿Qué más se puede pedir? Bueno, hay una cosa...
La última parada del día se encuentra a poca distancia, a un pequeño trayecto que desciende por la costa. A pocos minutos en coche de Brasa Viva, acabamos en el emblemático Venda Nova. Aquí pedimos «posiblemente» la mejor poncha del norte, una poncha de lima. Este bar, pequeño pero rústico, es donde terminará nuestra aventura, ¡y menuda aventura! Simplemente un día más en el paraíso.