La historia de Madeira estuvo marcada desde el principio por el éxito del cultivo de la caña de azúcar. La abundancia y la calidad de la plantación eran tales que, ya durante el siglo XV, se empezaron a exportar grandes cantidades de azúcar a Europa continental, África y Asia. En los siglos siguientes, el «oro blanco» se convirtió en una fuente de riqueza para la isla.