Botas de vilão (botas madeirenses)
Sobre las botas de vilão (botas madeirenses)
La cultura de este archipiélago es rica en piezas icónicas, que son importantes símbolos de la historia de las islas y de sus gentes. Las botas de vilão de Madeira se han convertido en uno de los ejemplos más famosos. Hoy en día, son una indiscutible tarjeta de presentación de la región y un testimonio inigualable del modo de vida de otros tiempos.
Las botas de vilão son uno de los elementos más destacados de la producción artesanal de esta Región Autónoma. Representan un papel histórico de gran relevancia, ya que se crearon en un contexto en el que había una parte de la población de Madeira, especialmente en el interior de la isla, que, debido a su falta de recursos, se veía obligada a ir descalza.
Por lo tanto, la producción de las botas de vilão se llevó a cabo con cuero. Estas piezas de caña alta, cuidadosamente hechas a mano, eran entonces conocidas por su gran resistencia, durabilidad e impermeabilidad, ideales, por tanto, para recorrer largas distancias subiendo y bajando las empinadas laderas de Madeira si era necesario.
Tradicionalmente, este calzado se fabricaba de dos formas diferentes: bota chã («bota plana») y bota de campo («bota de campo»). Las primeras se hacían con piel de cabra y la suela con cuero de vaca. También mostraron una pequeña variación en función del sexo: las de las mujeres tenía una tira estrecha de marroquinería roja en la caña, y la de los hombres no tenía ningún adorno.
Por su parte, las botas de campo, muy utilizadas por los campesinos (como su nombre indica), se fabricaban con piel de vaca y suela de goma. Eran más adecuadas para los trabajos agrícolas y la aspereza de los caminos rurales. Hoy en día, es el calzado que utilizan los carreiros, que conducen los famosos carros de cesto («trineos de mimbre») en la parroquia de Monte. Utilizan la suela de goma, en este caso bastante gruesa, como freno para controlar el vehículo.
Si, en una primera fase, las botas de vilão de Madeira se fabricaban con pieles importadas, más tarde se empezó a aprovechar el cuero del ganado de la isla. Así, se crearon varios talleres, llamados pelames, que procesaban pieles de cabra y de bovino.
Además, en los distintos municipios de Madeira aparecieron zapateros especializados en la confección de estos zapatos, llamados «sapateiros de calçado branco» («zapateros de zapato blanco»). Los profesionales que ejercían este oficio vendían sus botas en la ciudad de Funchal, en el «Mercado das Botas». Hoy en día, además de seguir siendo utilizados por grupos folclóricos, son objeto de gran curiosidad por parte de los visitantes.