Mimbre de Madeira

El mimbre de Madeira se ha convertido en un icono de la artesanía producida en este archipiélago atlántico. Se trata de un trabajo artístico realizado con gran habilidad y una excelente materia prima. Como tal, su valor es, hoy en día, reconocido a nivel regional y nacional, pero también internacional.

El mimbre de Madeira tiene su origen en Camacha, una parroquia del interior del municipio de Santa Cruz. La zona de Camacha, debido a su altitud, dispone de terrenos con abundante agua, condición importante para el crecimiento de mimbrerales. La abundancia de estos árboles hizo posible el desarrollo de esta producción artesanal en la región.

Así, la industria del mimbre de Madeira tuvo su inicio en esta parroquia en el siglo XIX, en 1850. Se trata de un conocimiento complejo que desde entonces se ha transmitido de generación en generación, y que en su momento dio trabajo a muchas familias.

El valor de estos objetos hechos a mano también reside en el largo proceso de elaboración de la materia prima. Una vez recogido, el mimbre se corta, se pela y se deja secar. Las cañas se hierven, lo que les confiere la elasticidad necesaria para ser manipuladas más fácilmente. Este proceso es el que les da el color pardo claro que podemos ver en el producto final, en lugar del blanco original.

Una vez listo para su elaboración, el mimbre de Madeira se utiliza para un gran número de objetos. Por lo tanto, puede utilizarse para fabricar piezas de todas las formas y tamaños. Se trata de objetos cotidianos como maletas, cajas y cestas, o piezas de mobiliario como sillas, mesas, canapés (sofás) o muebles, por citar algunos.

Además, el mimbre de Madeira se utiliza para la producción de algunos artículos icónicos en la vida del archipiélago. Es el caso de los famosos carrinhos de cesto («trineos de mimbre») de la parroquia de Monte, una de las atracciones turísticas de Madeira más apreciadas por los visitantes, o de las cestas agrícolas utilizadas en las cosechas que se realizan en toda la Región Autónoma de Madeira.

Sin embargo, la mayor parte de la producción de estos artículos siempre se ha destinado a la exportación, principalmente a los Estados Unidos de América y a los países de Europa Central. Hoy en día son pocos los artesanos que se dedican al trabajo del mimbre. Esta forma de arte perdió gradualmente su resplandor y los grandes talleres cerraron. Todavía es posible encontrar algunos artesanos que realizan algunas piezas por encargo en sus casas y después las exportan, intentando así mantener viva esta tradición que durante siglos fue uno de los mayores símbolos de la región.

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