Desde los miradores de Madeira podrá contemplar la magnificencia de las cumbres más altas, la densidad de las manchas verdes que caracterizan el bosque milenario de laurisilva, los campos agrícolas en terrazas (los famosos poios), los arroyos y cascadas que serpentean por las montañas, los acantilados escarpados del litoral o, por supuesto, las profundidades cristalinas del Atlántico, que sirven de telón de fondo a la vida que se desarrolla en estas islas.