¿Qué puedo decir del hotel Reid's Palace: a Belmond Hotel? Probablemente me falten las palabras, pero intentaré describir un hotel que es mucho más que un lugar donde alojarse; es toda una experiencia desde el minuto en que entras en la recepción hasta el momento en que, lamentablemente, tienes que marcharte.
Durante nuestra anterior visita a Madeira, oímos hablar mucho del famoso Reid's Palace, un monumento de visita obligatoria encaramado majestuosamente en un acantilado con vistas a Funchal. Si le pidiese a alguien que nombrara el hotel que mejor define la isla, casi seguro que respondería que es el hotel Reid's.
Sin embargo, no puedo hablar del Reid's sin dar unas pinceladas sobre su historia, que se remonta a 1891. A mediados del siglo XIX, Madeira se convirtió en el destino invernal favorito de quienes buscaban alivio del clima frío y húmedo del norte de Europa. El lujoso Reid's Palace fue concebido por William Reid, un escocés que imaginó la idea de crear un gran hotel en la cálida costa madeirense. Compró el terreno en la cima del acantilado y construyó un elegante hotel al estilo de la belle époque. En los años venideros, el Reid's recibió a muchos visitantes ilustres, como la emperatriz Isabel de Baviera (Sissi), la emperatriz Zita de Austria, la princesa Estefanía de Mónaco, el rey Eduardo VII del Reino Unido, el actor británico Roger Moore y, sobre todo, el primer ministro del Reino Unido, Winston Churchill, que pasó su estancia en Madeira escribiendo sus memorias y pintando. En su honor, el Reid's Palace bautizó una suite con su nombre, ahora conocida como la Suite Churchill, considerada la mejor habitación del establecimiento.
Mi marido y yo llegamos a la puerta principal del hotel en un coche de alquiler, donde nos recibió con gran amabilidad un miembro del equipo del Reid's. El servicio de aparcacoches está incluido en el servicio, y en cuanto el conserje se encargó de nuestro equipaje, se llevaron nuestro coche de inmediato. A continuación, nos dirigimos a la recepción del hotel. Aquí es donde se siente por primera vez la grandeza del Reid's (¡y tengo muy claro que no será la última!). El camino hacia la recepción está enmarcado por un arco que da a una terraza, con techos altos, paredes blancas, decoración sofisticada y elegante, y una suave brisa marina que fluye por el hotel, dando la impresión de entrar en un plató de cine de una época pasada.
Caminamos por los pasillos revestidos de caoba y al pasar la histórica recepción, que se conserva hoy en día como una espléndida reliquia, llegamos a nuestra habitación, un espacio realmente impresionante, de los más sofisticados en los que hemos estado. Las paredes del dormitorio estaban cubiertas de una tela elegante, acentuadas con detalles de cristal, espejos y una ropa de cama suntuosa, todo ello abierto a un balcón privado con amplias vistas al océano. Nos sentimos inmensamente afortunados de alojarnos en medio de tanto lujo, muy por encima de nuestras expectativas.
Queríamos aprovechar al máximo nuestra estancia y disfrutar de todo lo que ofrecía el hotel. Nuestro plan incluía cenar en el restaurante del Reid's, galardonado con una estrella Michelin, tomar algo en la terraza, relajarnos junto al mar, conocer la historia del hotel y hacer un pícnic en sus jardines.
Nuestra visita al William Restaurant fue extraordinaria; hemos escrito un artículo aparte con más detalles. Fue una velada muy especial: un menú degustación de siete platos con maridaje de vinos en una mesa con vistas a la ciudad de Funchal y al puerto. El ambiente tenía una elegancia art déco que encajaba perfectamente con el carácter del hotel.
Tras desayunar en el restaurante junto a la piscina, pasamos la mañana relajándonos junto al océano en el área de baño privada del Reid's. La zona de la piscina es agradable, pero sentir el rocío del océano y oír las olas al romperse contra el borde del acantilado fue fenomenal. El servicio de mesa para tomar un aperitivo hizo que la experiencia fuera perfecta.
Esa tarde habíamos organizado un pícnic en los jardines a las 16:00 h, y fue uno de los mejores momentos que pasamos durante nuestra estancia de dos semanas en Madeira. El escenario del pícnic era idílico: una manta extendida en los jardines, adornada con cojines, cestas de mimbre, cubiteras y varias bandejas con delicias dulces y saladas, todo ello preparado por el impecable equipo del hotel. Nos sirvieron la primera copa de champán y a continuación nos dejaron más intimidad para disfrutar del momento. No podía ser un entorno más romántico, con el sonido del océano, la sombra de las palmeras y los hermosos jardines circundantes. Pasamos horas en nuestro pícnic del Reid's, saboreando un momento que nunca olvidaremos.
Al anochecer, nos dirigimos a la terraza del hotel, un lugar de encuentro popular para los huéspedes tanto antes como después de la cena o para tomar el famoso té de la tarde por el que el Reid's es famoso. De día, el océano se extiende hasta donde alcanza la vista; de noche, se vuelve oscuro y solo se ilumina cuando, de vez en cuando, pasa algún barco. Fue el lugar perfecto para terminar el día y reflexionar sobre los momentos tan especiales que estábamos viviendo.
Además del William, el restaurante Michelin que fue bautizado con el nombre de su fundador, el hotel cuenta con otros tres restaurantes. Los huéspedes tienen acceso tanto a las piscinas exteriores climatizadas como a una piscina de olas en el océano, así como al spa, a la sauna y a las pistas de tenis. Sin embargo, los jardines del Reid's son realmente extraordinarios. Pasear por sus caminos rodeados de una exuberante flora y palmeras, sin perder nunca de vista el océano ni su rumor, es una experiencia en sí misma.
También disfrutamos de una visita guiada por el hotel, lo que nos permitió conocer mejor su historia y su evolución. Fue fascinante y entretenida, y nos mostraron cómo el Reid's Palace en Madeira honra respetuosamente su herencia al mismo tiempo que evoluciona para satisfacer las necesidades de los viajeros modernos.
Antes he mencionado que podrían faltarme las palabras a la hora de describir la experiencia en el hotel Reid's Palace, y aunque lo he hecho de la mejor forma posible, creo de verdad que las palabras no pueden transmitir por sí solas la magia de este lugar. Es algo que básicamente hay que vivir en primera persona, y lo recomendamos encarecidamente.
Tracy Sullivan