Ciclismo en el paraíso: un paseo en bicicleta por Porto Santo

Una tarde de verano explorando los impresionantes paisajes de Porto Santo en familia
Madeira Blog 1
Francisco Lufinha
Viajes familiares inolvidables
Fecha:
ago. 13, 2024
Tiempo de lectura:
-min
Todo el mundo puede identificar fácilmente la extensa playa de Porto Santo, así que también es fácil imaginar que junto a la arena dorada hay una carretera costera que pide a gritos un paseo en bicicleta. Ha llegado el momento de contaros cómo fue aquella tarde de verano en la que decidimos dar un paseo en bicicleta desde el centro de Porto Santo hasta la playa de Calheta ―ida y vuelta―, acompañado de unos tentempiés de por medio.
Passeio de bicicleta no Porto Santo
Siempre nos proponemos hacer cosas nuevas cada día. Ya habíamos pasado por algunas tiendas de alquiler de bicicletas en Porto Santo y se nos había metido en la cabeza la idea de que, en cuanto surgiera la oportunidad, nos aventuraríamos con los niños a dar un paseo en bicicleta. Cuando llegó el momento, ¡no faltaron las opciones! Fue difícil elegir entre las tradicionales bicicletas de paseo (o de varillas), las bicicletas de montaña y las bicicletas eléctricas, ya que había para todos los gustos y bolsillos. Optamos por alquilar dos de paseo con la posibilidad de acoplar sillas para llevar a los niños detrás. Pensamos incluso en alquilar cuatro bicicletas, pero con niños de 3 y 5 años estaríamos muy limitados en cuanto a la distancia que podríamos recorrer y las zonas por las que podríamos pasear... Menos mal que decidimos coger solo dos, porque a los niños les encantó ir más rápido con nosotros y pudieron jugar entre ellos (o al menos chincharse) mientras disfrutaban de las vistas.
Passeio de bicicleta no Porto Santo
Nuestro objetivo era llegar al final de la carretera, que termina en la playa de Calheta con una vista espectacular del islote de la Cal. Una idea ambiciosa llevando a los niños detrás, pero nos pusimos en marcha, decididos a alcanzar nuestro objetivo aquella tarde soleada en Porto Santo.
Algo que teníamos a nuestro favor era el hecho de que en esta parte de la isla casi no hay desnivel, por lo que pasear en bicicleta es bastante accesible en términos de esfuerzo. Otra gran ventaja de moverse en bicicleta por Porto Santo, y que marcó la diferencia, es la existencia de un carril bici que discurre junto a la carretera, lo que hace que sea mucho más seguro y agradable pedalear.
«¡Papá, vamos a adelantar a las chicas!», me decía Francisco cada vez que íbamos detrás de ellas, siguiendo el ejemplo del espíritu competitivo de la familia. A veces iba yo delante, otras veces Margarida, pero lo que no cambiaba era la vista despejada del agua cristalina del mar y la arena dorada de la playa a nuestra izquierda.
«Ya queda menos, venga cariño», le decía a Margarida para motivarla a pedalear más deprisa. Pero ella seguía a su ritmo, disfrutando del paisaje, ¡y no nos hacía ni caso! No puedo culparla por no querer jugar a las carreras, ¿verdad?
Passeios de bicicleta no Porto Santo
A medida que nos acercábamos a Calheta, había un ligero descenso que nos permitía pasear en bicicleta sin pedalear. Claro que, al mismo tiempo, pensamos en la subida que nos tocaría afrontar a la vuelta. Pero cada cosa a su tiempo. Estábamos allí acelerando cuesta abajo, ya muy cerca de nuestro objetivo. Con el aparcamiento del mirador a la vista, enseguida dije «Margarida, echa el freno, que la carretera se acaba allí al final de la bajada», y llegamos sanos y salvos y con los niños despiertos (a veces se suelen dormir en estos planes que implican viajar) y contentos.
Passeio de bicicleta no Porto Santo
«Aparcamos» las bicicletas y fuimos a disfrutar de la fantástica vista desde el mirador de Ponta da Calheta. Nos quedamos allí unos minutos, contemplando el islote de la Cal, justo delante, y jugando con nuestros pequeños ciclistas, que aún estaban acelerados por la aventura. Al mirar hacia atrás, vimos a algunas personas sentadas en la terraza del bar O Calhetas comiendo unos tentempiés.
Passeio de bicicleta no Porto Santo
Ni siquiera tuvimos que preguntarnos, nos miramos e inmediatamente nos sentamos a pedir las tradicionales lapas, dos cervezas bien frías y helados para los niños. La recompensa que obtuvimos al llegar a nuestro destino no pudo ser más gratificante: un paisaje increíble y unos aperitivos «al estilo de Madeira» para acompañarlo. Sin embargo, pasear en bicicleta es como escalar una montaña: te alegras de llegar al destino, pero cuando lo haces en realidad estás a mitad de camino, porque aún hay que volver al punto de partida.
Passeio de bicicleta no Porto Santo
Con la barriga satisfecha por el tentempié, salimos de nuevo a la carretera (o al carril bici) dispuestos a afrontar la subida inicial. Francisco y yo fuimos más rápido, él marcando el ritmo y yo pedaleando. Las chicas tardaron un poco más, pero no se rindieron, ¡por supuesto! Una vez superada esa parte de la ruta, el suelo volvía a estar llano y volvimos a pedalear a ritmo normal hacia donde habíamos alquilado las bicicletas, en el centro de Porto Santo.
Passeio de bicicleta no Porto Santo
Devolvimos las bicicletas, entregamos los cascos e incluso nos sobró tiempo para ir a jugar al parque infantil del paseo marítimo y darnos un chapuzón en el muelle antiguo con los niños de la zona. Y así terminaba otro día de vacaciones en el paraíso.
Porto Santo
Cómo moverse por Porto Santo
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