Si en este pasado ancestral se distribuía por el sur de Europa y el norte de África, tras las alteraciones climáticas determinadas por la formación del Mediterráneo, el bosque de laurisilva acabó en regiones insulares como su último refugio. Actualmente, ocupa una superficie de unas 15 000 hectáreas en Madeira, lo que corresponde al 20 % de la isla, con mayor expresión en las zonas altas del norte.
Esta selva subtropical está compuesta principalmente por especies endémicas de la Macaronesia. Se trata de un vasto ecosistema que alberga una fauna y flora diversas, donde destacan los árboles, muchos de ellos centenarios, de la familia de las lauráceas (a la que el bosque de laurisilva debe su nombre).